Confidente y compañero

Autor: Argentino Luna

Te voy a llevar conmigo para siempre en el recuerdo.
Porque fuiste un amigo: confidente y compañero.
Anduvimos tanto juntos que al olvido no te entrego;
simplemente sigo solo, te digo gracias, y te dejo.

Te conocí casi niño, al principio como un juego.
Así se empieza contigo: se juega a que uno es el viejo.
De niño jugando a grande, uno entrevera los tiempos.
De grande jugando a niño… pero se te acaba el cuento.

Si te habré apretado fuerte cuando soñé el primer beso.
Ese que sólo se sueña, porque no pasa de un sueño.
Se me hace que fue hace un rato… ¡y han pasado treinta inviernos!
Treinta años llevándote en el bolsillo del pecho,
lastimándome tal vez… pero yo lo iba sabiendo.
Si eras un enemigo, nunca fuiste traicionero.
Sos como el amor prohibido: me dañas, pero te quiero.

Hicimos un largo viaje, desde el santo hasta el silencio.
Cantaste cuando cantaba. Callaste junto a mis muertos.
Fuiste luz en huella oscura, sombra en las tardes de enero.
Llegaste a ser en mi vida casi un vital elemento.

Pero vos me conocés. Sabés de mi pensamiento.
Yo nunca voy a pagarte, hermano, lo que te debo.
Por vos conservé un amigo. Por vos escribí unos versos.

Juntos salimos los tres el día del casamiento:
ella y yo soñando auroras; vos, jugando entre mis dedos.
Cuando llegaron los hijos, vos te aguantaste los nervios.
Nunca me dejaste solo por largo que fuera el trecho.
Y ahora dirás si sentís todo lo que estás diciendo.

Pará qué ésta despedida. Por qué te quedás sufriendo.
Yo sé que vos me entendés. Extrañándote te dejo.
Pero te llevo conmigo para siempre en el recuerdo.

Me costó mucho trabajo poder apagar tu fuego.
Vos no fuiste el culpable que me dolieras adentro.
Pero la vida, en su andar, nos lastima en el repecho,
Y ya parado en la loma comienza el justo descenso.
Queriendo alargar el viaje, por cobardía o por miedo,
te aparto del equipaje, sigo solo, y no te llevo.

Ahora sólo te guardo encendido en el recuerdo.
Te voy a fumar despacio, de puro agradecimiento.
Chala te dicen los criollos; pucho te llama el porteño…
Yo solamente te digo: ¡mi verdugo y compañero!

 

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