Cosas que pasan
Letra y música: Víctor Abel Giménez.

Naides salió a despedirme
cuando me fui de la estancia.
Solamente el ovejero, un perro,
cosas que pasan.

El asunto, una zoncera,
un simple cambio de palabras
y el olvido de un mocoso
del que puedo ser su tata.

Y yo que no aguanto pulgas
a pesar de mi inorancia
ya nomás pedí las cuentas
sin importarme de nada.

No hubiera pasao esto,
si el padre no se marchara
pero los patrones mueren
y después los hijos mandan
y hasta parece mentira,
pero es cosa señalada,
que de una sangre pareja
salga la cría cambiada.

Los 30 años de servicio
pal mozo no fueron nada.
Se olvidó mil cosas buenas
por una que salió mala.

Yo me había aquerenciado
nunca conocí otra casa,
y apegao a las costumbres
me hallaba en aquella estancia.

Si hasta parece mentira,
mocoso sin sombra ´e barba,
que de gurisito andaba
prendido de mi bombacha
por él le quité a unos teros,
dos pichoncitos, mal haya.

Y otra vez nunca había bajao un nido
y por él gatié las ramas.
Cuando se hizo muchacho
yo le amansé el malacara,
y se lo entregué de riendas
para que él solo lo enfrenara.

Tenía un lazo trenzao
que había ganao en una domada
pa´l santo se lo osequié
ya que siempre lo admiraba.

Y la única vez que el patrón
me dio una levantada,
fue por alzarme la culpa que a él
le hubieran sido caras,
zonceras, cosas del campo,
la tranquera mal cerrada
y el terneraje plantel
que se sale de las casas
y esto pa´l finao patrón
era cosa delicada.

Y güeno, pa qué acordarse
de una época pasada,
me dije pa mis adentros
todo eso no vale nada
sin mirarnos arreglamos
metí en el cinto la plata
le estiré pa despedirme la mano
pa que apretara
y me la dejó tendida,
cosa que yo no esperaba,
porque ese mozo no sabe
si un día he de hacerle falta.

Tranquendo me fui hasta el catre,
alcé un atao que dejara
y rumbié para el palenque
echándome atrás el ala.
Ensillé, gané el camino,
pegué la última mirada
al monte, el galpón,
los bretes, el molino y las aguadas.

De arriba abrí la tranquera,
me eché el pañuelo a la espalda,
por constumbre prendí un negro
talonié mi moro pampa,
y ya me largué al galope
chiflando como si nada.

Naides salió a despedirme
cuando me fui de las estancia.

Solamente el ovejero, un perro,
cosas que pasan.

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