Matacos y Chorotís
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Cabe hacer una aclaración comentada en la
publicación "Musica Tradicional Argentina" descripto en la parte de bibliografía
del sitio. Ana María Locatelli de Pérgamo (Musica Tradicional Argentina, pág.
20) cita: Magrassi, Guillermo (1989:79/80): "fueron llamados mataco
por los españoles. Es palabra castellana vieja que significa 'animal de poca
monta... sin importancia'. Wichí en nomenclatura etnográfica significa
GENTE".
- Ubicación y datos generales: hace
100 años las aldeas matacas y chorotís se encontraban a lo largo de los
ríos Pilcomayo, Bermejo, Teuco, Yeguá y Vega Quemada; en la actualidad
habitan el oriente de la provincia de salta y occidente de Chaco y Formosa.
Los Mataco-Maccá agrupan a los Matacos (Wichis), Chorotís, Ashluslay y
Maccaes. En el territorio argentino sólo quedan Matacos y Chorotís.
Son del tipo racial patagónido con influencia andina y brasílida. Su
economía era básicamente de recolección y de pesca.
- Armas y algo más: para pescar
usaron el palo bobo, un palo hueco, de unos cinco metros de largo, y
se componía de una vara en cuyo extremo se ataba una varilla de palo blanco
sobre la que se colocaba la punta del arpón; esta punta podía ser de
cuernos de vaca o de venado. Algunas otras armas fueron la macana, el arco,
flechas y la lanza.
- Vivienda y hábitos alimenticios: era
una choza de forma cupular hemisférica hecha de ramas y paja y medían 3
metros de diámetro por 3 de alto. No tenían puertas.
Solían comer carne, por lo general mal asada, charqui de pescado, frutas de
algarrobo, poroto del monte (que necesita hasta 7 ebulliciones para ser
comestible) y la sal, cuando escaseaba, la obtenían de los europeos o en
comercio con tribus vecinas, a veces la extraían de una planta del género
salicornia que crece en terrenos salitrosos; para ello acarreaban cantidades
regulares de este vegetal y lo calcinaban, amasaban las cenizas con
agua formando bollitos que luego raspaban sobre la comida para sazonar.
- Pequeños vicios: además de las
bebidas, el gran vicio de estas tribus fue el tabaco, secaban las hojas al
fuego y luego, desmenuzándolos entre las palmas de las manos, lo fumaban en
pipas, que podían ser de madera o de barro cocido.
Para encender el fuego, usaron el viejo método de la giración, para ello
usaban un palo corto de suncho, en el cual hacían con cuchillo un hoyuelo
con una muesca lateral, y dentro de este hoyuelo hacían girar rápidamente
un palillo de bejuco engastado en la culata de una flecha; el indio afirmaba
con los pies el palo de abajo y entre las palmas de las manos extendidas
hacía girar velozmente el astil de la flecha presionando fuertemente hacia
abajo; cuando las manos llegaban abajo volvían a correrlas para arriba y
repetía el movimiento y la presión, a pocos segundos los palos se
calentaban y con el frote comenzaban a quemarse; el suncho se desgastaba
rápidamente y cuando el bejuco llegaba a la médula del suncho el aserrín
salía ya incandescente y humeante. Entonces el operador recogía sobre el
aserrín pajuelas u hojas secas, las soplaba y aparecía una débil llama...
luego se agregaban más ramas y se lograba la hoguera.
- Vestimenta y creencias: usaron el
clásico quillango patagónico, hecho con pieles de nutria, venado o zorro,
cosidas entre sí; la parte peluda iba para adentro.
Creyeron en numeroso espíritus que llamaron wichis, los chamanes
(brujos), obtenían su poder de ellos.
Creían que los espíritus habitaban en los alto de los árboles de la
selva. Tan es así, que los cadáveres se depositaban en una plataforma
construída en las copas de los árboles. Tenían el cuerpo hasta que se
descarnaba y luego ponían los huesos en una fosa hasta que quedaran
limpios, una vez pelados del todo los huesos, los depositaban en urnas
funerarias.
Creían que la muerte era producto de un maleficio. Los deudos damnificaban
la pérdida con la venganza o con el quebrantamiento del cadáver con un
palo o hacha para matar al mal espíritu que se había metido en el cuerpo.
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