El Zupay

Dibujo de esta sección:  Franco Alvarez

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El Zupay, uno de los seres malignos de nuestra mitología folklórica... En realidad es el mismo demonio. Ricardo Rojas mencionaba que el Zupay prefiere la forma humana para sus manifestaciones; "ha encarnado alguna vez en cuerpo de hermoso mancebo, apareciéndose en un rancho de la espesura para tentar a cierta mujer ingenua. Se ha mostrado otra ocasión como un gaucho rico y joven que visitó la selva en su caballo enjaezado de mágicos arreos".

El Zupay es todo lo que representa el mal, el sufrimiento, la desdicha, la maldición. En algunos sitios del Norte Argentino y sur de Bolivia es también un dios, resultando la paradoja del dios-demonio y demonio-dios.

Son diversos los lugares que habita este maligno ser, lugares de juego, de placer y de tentación. El es el que preside las reuniones de la salamanca, el que tiene como súbditos a sapos, víboras, duendes y los desdichados que le vendieron su alma a cambio de alguna gracia terrena.

El Zupay vendría a ser el Satanás cristiano y al Anchanchus incaico, tal nos recuerda Antonio Paleari.

Sus ardides para lograr sus objetivos son infinitos, desde parecer un ingenuo niño, hasta una tentadora mujer, así pone a disposición de los incautos y descreídos todas sus artimañas, las que terminan con un contrato firmado con tinta china y la muerte del criollo que por una mujer, cantar, bailar o dinero le entregó el único don que el hombre no debe descuidar: su alma.

Sus nombres más comunes son Diablo o Tío y se dice que vive preferentemente en las profundidades de la tierra en medio de llamas ardientes. Cuando se está por producir su aparición el olor inconfundible del azufre es una carta de presentación que apabulla al más valiente.

Antonio Paleari dice que su imagen más difundida es la de un pequeño enano de anchas espaldas y abultado vientre, calvo y si bien no es joven, tiene agilidad y cierto donaire. Su mirada es cautivante, socarrona y su sonrisa, franca y compradora. Su vestimenta es variada pero muy rica. Vive en las grutas, en los fondos de las lagunas y de los manantiales. Vaga en las minas profundas y descansa en las casas abandonadas.

También es representado como un macho cabrío, mitad carnero mitad hombre, y su mayor arma es lograr la desunión y la desesperanza.

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