Los primeros divertimentos públicos durante la colonia fueron los reñideros de gallos y las plazas de toros, documentados profusamente por escritores y pintores.
Nos dice Raúl Castagnino que el primer antecedente del circo en nuestro país se registra en la zona del Río de la Plata y refiere “a un acróbata Arganda que trabaja en el coliseo de Aguiar y Sacomano”, esto hacia 1757. Le siguieron en 1776, el volatinero Joaquín Duarte y en 1785 Joaquín Oláez y Gacitúa.
En la época de la Revolución de Mayo, se registra a la familia de Fernando García y su señora Juana Manzanares, que actuaban en la Plaza de Toros de Retiro o en el Circo de la Alameda.
Nos sigue narrando Castagnino que hacia la década de 1820 un viajero inglés con el pseudónimo de Englishman, da cuenta de la existencia del Circo Bradley, que ofrece actos de jinete y payaso, quizá el primer documento en el que se narran espectáculos ecuestres. En esta época, ya prohibida la corrida de toros, se afianza la expansión de los circos que sólo deben competir con la ópera.
Con la llegada de Juan Manuel de Rosas al poder, la actividad circense se estabiliza hacia el período 1829-1834. Un circo de renombre en esta época es el de José Chiarini, que tuvo honda raigambre en el sentir popular rioplatense. Hacia 1836 comienzan a pisar fuerte los volatineros criollos.
En el año 1840, en una embarcación y en jurisdicción brasileña nace Sebastián Suárez, posteriormente anotado en Buenos Aires. Pudo vivir los acontecimientos de Pavón y Cepeda, justamente, para los festejos de esta última concurrió a Retiro para ver al Circo Olímpico de Juan Lippolis.Este encuentro con el circo lo lleva a buscar materiales como bolsas de arpillera, a las que desarma y vuelve a armar extendidas para confeccionar su primera carpa, cañas, alfajías, palos y maderas varias lo ayudan para el armazón, platea y el ruedo. Pero se le plantea el gran problema de la iluminación... su crisis financiera le impide conseguir lámparas o velas, así que con envases, botellas y frascos de botica, grasa como combustible e hilos y trozos de tela fabrica los candiles; mucha gente lo colabora, aún su padre que le proporciona la pintura.
En cada presentación circense de la zona Sebastián Suárez aprende trucos y técnicas; todo parece marchar, inclusive se pinta la cara y se pone ropas estrafalarias y se convierte en tony. Y a la entrada un cartel que dice: "Circo Flor América". Asi nació nuestro primer circo criollo hecho en tierra y con manos propias.
Sería impropio hablar del nacimiento del Circo Criollo si no hacemos mención a su descendencia:
1. Sebastián Suárez se casa con Dolores Tissera
2. De allí nacen: Clotilde, Florentina, Mercedes, Etelvina, Luisa, Petrona, Mateo, Abel y Ermelino.
3. Clotilde se casa con Juan Asenjo en primeras nupcias y luego con Luis Contarelli.
4. Mercedes casa con Rubino Galli y son padres de Rosa Olinda
5. Etelvina casa con Alejandro Rivero y son sus hijos: Alejandro, Aureliana, Fernando, Arnaldo, Ulrico, Raúl y Rubén.
6. Rosa Olinda Galli casa con Pablo Rutkus y nacen: Pablo Héctor Rutkus casado con Elvira Duarte y Juan Carlos Rutkus casado con Elisa RiegoSebastián Suárez fundó el Circo Flor América, al que luego Alejandro Rivero (su yerno) bautiza Circo Unión y luego el Circo de los 7 Hermanos.
Por otro lado, tenemos que el 1º de abril de 1866 los hermanos José, Antonio y Jerónimo Podestá representando la obra de Eduardo Gutiérrez: El Juan Moreira en Chivilcoy (Buenos Aires) dan el verdadero nacimiento al circo criollo. Pero los puristas y defensores de Sebastián Suárez dirán que lo de los Hermanos Podestá era Teatro, no circo.
Con Los Podestá se difundieron enormemente los aires musicales... se dio a conocer el Pericón en reemplazo del folklórico Gato. Se divulgan gran cantidad de danzas y se utiliza mucho el tema gauchesco. Ellos lograron hacer conocer ritmos musicales tradicionales a lo largo y ancho del territorio, rescatando a muchos de ellos del olvido.
Entre los personajes más destacados de nuestros circos, tenemos a Pablo Raffetto “Cuarenta onzas”, quien difundió su arte circense desde Jujuy a Bahía Blanca. Era tan conocido en Argentina, Uruguay y Brasil, que un cronista del diario La Prensa lo denominó Bárnum genovés.
Otra familia, la ya mencionada Podestá, compuesta por José, Jerónimo, Juan, Antonio, Pablo, Medea y María, tuvieron notable ingerencia en la génesis del circo y teatro argentino; especialmente José, con su famoso Pepino 88, personaje que nace en 1881 en una actuación en Uruguay, y que en 1882 ya es muy popular en Buenos Aires, tan popular, como dice Castagnino, que “en las veladas familiares, las de la clásica lotería de cartones, cuando salía el 88, se cantaba: ¡el gran Pepino!”.
A partir de aquí surgieron otros circos criollos de fines del siglo XIX, como el Circo Ecuestre, el San Carlos, Circo Argentino, Circo Paysandú o el Circo Pabellón General Lavalle. En la primera década del siglo XX tenemos el Queirolo, el Anselmo, el Giani, el Unión, el Fassio, el Saporitti, el Sarrasani o el Alarcón.
Agradecemos la colaboración desinteresada de:
Carlos Cruzado, Aguilares, Tucumán
Ysmael Díaz, El Puestito, Tucumán
Fuente principal: El Circo Criollo, datos y documentos para su historia 1757-1924 de Raúl H. Castagnino, Editorial Plus Ultra, Buenos Aires, 1969.
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