Esta danza de influencia incaica, tiene una historia algo confusa a causa de su nombre, ya que a veces resulta difícil saber si en los documentos éste ese emplea en forma específica para designarla o en forma genérica para referirse a la totalidad de los bailes populares de Perú, Bolivia y la región norte de la Argentina. En estos países se usaron los nombres de "Bailecitos de tierra" o "Bailecitos" para distinguir todas las danzas de galanteo que el pueblo cultivaba, y no solamente la que ahora nos ocupa.
Otro motivo de confusión lo produce el nombre de "Bailecito" aplicado al Gato en varias provincias, especialmente en las del centro y del oeste.
Nos llegó de Bolivia, penetrando en el N.O.A. a mediados del siglo anterior; luego se extendió por las provincias de Catamarca, Tucumán, Santiago del Estero y Córdoba.
Su origen remoto, como el de muchas de nuestras danzas, debe buscarse en los bailes del Viejo Mundo que España trajo a los puertos americanos, y especialmente a Lima, en la época colonial.
Esta danza, que goza de gran favor en las reuniones de los centros tradicionalistas, pertenece al folklore vivo, pues en la actualidad se baila espontáneamente en Jujuy y en algunas regiones de Salta.
La primera versión musical publicada en nuestro país corresponde a Andrés Chazarreta (1916); la segunda, a Manuel Gómez Carrillo (1920).