Don Bernardino Tolaba, más conocido por Aurelio, a media rienda sobre el zaino, que sorteaba pedregales de magistral manera, tomó los torsales (cueros torcidos) que en las puntas tenían 2 bolas hechas de goma y una manija de hueso; los ollares del flete parecían estallar; entonces el gaucho comenzó a revolear sus tresmarías cada vez más fuerte.... la yegua se iba nomás, "derrepente" soltó las bolas y todo pareció detenerse... el bagual que iba a pocos metros del alambrado comenzó a manotear y luego... el tierral.... Aurelio se lanzó de su ensillado y sacando un tiento de su cinturón ató las manos y patas del animal enredado.... Fue la primera vez que pude observar a un criollo usar este instrumento para pillar un yeguarizo, el lazo no había sido el único.... tenía 10 años y sucedió en Tafí del Valle en la zona de "Las Bolsas"...
Según el cura Sánchez Labrador el deporte predilecto de los indios eran las boleadoras, y sabemos que los españoles y criollos de las ciudades tenían igualmente sus complacencias en este juego, que tanto les habría de servir en la vida. Es con referencia a los niños que escribió aquel gran jesuita que "todo el día andan cargados con semejantes bolas. Con ellas tiran al blanco, que es un palo levantado a buena distancia; y aquél gana que enreda y enrosca más en él sus bolas. Con éstas cazan también pájaros; llámanlos primero con remedos muy propios y engañado el ave al oír su voz en el reclamo, acude al lugar de donde sale; entonces los chicos le tiran las bolas y la enredan con ellas de modo que no puede volar..."
Según Guillermo Terrero, en su volumen sobre El Cabildo Criollo en la Tradición Argentina, las boleadoras fueron invención de los indígenas, pero eran sólo de dos ramales y con bolas pequeñas, pues servían para cazar avestruces (ñandúes o suris) o ciervos. Fue el criollo quien discurrió las boleadoras de tres ramales. "No existe en el mundo, escribe dicho autor, arma semejante a ésta, y el gaucho, honroso es reconocerlo, fue su maravilloso creador".
La bola, la soga y la yapa o argolla
La mayoría de las veces, los ramales pasaban alrededor de la bola, ciñendo su cuerpo por una ranura a propósito que llevaban éstas, y en otras ocasiones, las menos, la bola estaba ceñida por un tiento que formaba arriba suyo, una unión con las sogas de la potrera. Otras veces, la soga y la atadura de la bola se unían por una yapa o argolla de metal pequeña, y también hubo bolas que, en su atadura, llevaban una presilla y botón para unirse a la soga pudiendo sacarse y ponerse a voluntad.
Las famosas "tresmarías", tenían dos bolas de un mismo tamaño y largo, mientras que la tercera era más corta y más pequeña que las otras, teniendo la forma alargada y a la cual se la llamaba "manija". Las bolas ñanduceras eran de un tamaño más reducido, aptas para bolear ñandúes, venados o corzuelas y, lo mismo que las anteriores, tenían tres bolas, una de las cuales era la manija.