BALADA PARA UN LOCO Las tardecitas de Buenos Aires tienen ese qué sé yo, ¿viste? Salís de tu casa, por Arenales. Lo de siempre: en la calle y en mi… Cuando, de repente, de atrás de ese árbol, se aparece él. Mezcla rara de penúltimo linyera y de primer polizonte en el viaje a Venus: medio melón en la cabeza, las rayas de la camisa pintadas en la piel, dos medias suelas clavadas en los pies, y una banderita de taxi libre levantada en cada mano. ¡Ja, ja! Parece que sólo yo lo veo. Porque él pasa entre la gente, y los maniquíes le guiñan; los semáforos le dan tres luces celestes, y las naranjas del frutero de la esquina le tiran azahares. Y así, medio bailando y medio volando, se saca el melón, me saluda, me regala una banderita, y me dice… (Canto) Ya sé que estoy piantao, piantao, piantao… Ya sé que estoy piantao, piantao, piantao… ¡Loco! ¡Loco! ¡Loco! ¡Loco! ¡Loco! ¡Loco! (Recitado) Y, así diciendo, El loco me convida De Vieytes nos aplauden: “¡Viva! ¡Viva!”, Nos sale a saludar la gente linda… (Canto) Quereme así, piantao, piantao, piantao… Quereme así, piantao, piantao, piantao… (Gritado) ¡Viva! ¡Viva! ¡Viva! . |