El atropellado
Discúlpeme, patroncito,
que le escriba con la izquierda,
pero me resulta lerda
la derecha pa´ un escrito.
Me hace pegar unos gritos
rogando por un calmante
que a mi lado el praticante
si no se recibe pronto,
tiene que ser medio tonto
porque ha practicado bastante.
Sigún mis suposiciones
la causa de este problema
fué el auto de la tal Ema
borracha hasta los talones.
Contando mis machucones
el doctor dijo Ema toma
y si no lo dijo en broma
y es cierto que Ema se mama
culpa de ella estoy en cama
felíz de no estar en coma.
Me estraña mucho patrón
que usted le haiga errado tan feo,
enviando a Montevideo
a semejante chambón.
Desde la mesma estación
enderecé asfalto adentro
y le juro que me encuentro
medio ronco todavía
de tanto decir buen día
por esas calles del centro.
Allí al costao de unas vías
enchastradas de alquitrán
se me antojo solo
el afán de jinetear un tranvía
y esperando medio día
sin que pasara ningúno
me aburrí como un rayuno
pues de tal modo se atrasan
que me enteré que no pasan
del año cincuenta y uno.
Por todas las avenidas
cruzan como cucarachas
autos de distintas fachas
y de distintas medidas.
Pa´ tropear tanto ganao
sin poner guardias civiles
hay postes con tres candiles
en un tablero ensartao.
El de arriba colorao
lo mesmo que sangre e´ toro
el del medio es color oro
por no decir huevo frito
y el de abajo es verdecito
lo mesmo que pluma e´ loro.
Si el rojo está iluminado
todos se paran en seco
como si le desconfiaran
al partido colorado.
Gente de uno y otro lado
la gente espera tranquila
hay duraditas en filas
que cuando el rojo se pierde
miran la divisa verde
y la tropellan en fila.
Relumbrando como el ojo
redondito de un conejo
alcancé a ver el reflejo
tentador del candil rojo.
Y ganao por el antojo
de no perderme un detalle
como soy del lado del valle
y el rojo me simpatiza
alentando a la divisa
hay nomás cruce la calle.
Y ahora que salvé la vida
venga a verme patroncito
que estoy solo en un cuartito
con la osamenta molida.
Si quiere encontrarme enseguida
sin el mínimo tropiezo
dele al portero unos pesos
pa´ pagarle la molestia
y pregunte por la bestia
que tiene un recao de yeso.
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