EL REBENQUE
Milonga Colgado de una tijera de mi rancho ya ladeao, tengo un rebenque pesao entre otras prendas camperas. De papada es la sotera bien sobadita y el cabo es corazón de guayabo retobao con tiento fino, me lo trenzó un correntino que supo andar por mi pago.
Pucha si supiera hablar las cosas que contaría, de mis bravas correrías de cuado sabía domar. Hasta puedo asegurar y no es por contar grandezas que lo hizo andar con presteza a más de un gringo pulpero pues era como sombrero pa’ andar sobre las cabezas.
Y ahí también está mi lazo que tuvo trece brazadas con él en mis camperiadas probé el rigor de mi brazo. El pobre ya está viejazo y está medio remaliao y tan sólo le ha quedao el cascabel que cantaba cuando en las guampas entraba de algún toro refregao.
Y un par de espuelas caladas que fueran todo mi orgullo en los tiempos en que a un grullo en pelo me le sentaba y cuando me le pegaba como tigre a la clinera, cuando salía campo ajuera haciendo temblar el suelo al trinar de los jilgueros y al chasquear de la sotera.
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