Hasta el domingo mama
Autor: Yamandú Rodríguez
Hoy hace un mes que Luisa encerró el perro,
y con su Ramoncito en alpargatas,
fue a entregar el lavao a la patrona
y el hijo a la escuelita de la estancia.
Dejó su corazón a cuatro leguas
y viene a verlo un día por semana.
Se quema en el lavao pa que su hijo,
aprienda los deberes de la máistra.
Es domingo, y el nene gaucho
perdido en los galpones de la estancia
le pregunta a la madre: - Mama ¿y mi perrito?
¿No llora nunca pa este rumbo mama?
Ella ni lo oye, está mirando el mundo
por el ventanuco azul de una pizarra
donde el hijo ha soltao unas palomas
que pa los leidos deben ser palabras.
¿Ya aprendiste todo esto? - No señora
- dice el gauchito con la voz mojada.
Él no ha domao el lápiz entuavía.
Lo que escribió jué el sueño de una carta:
Ramoncito nomás puede leerla,
le faltan haches y le sobran lágrimas.
La piedra ande más veces rayó esos garabatos
jue pañuelo, más que pizarra.
Y empieza a deletrearle la misiva:
- Señora míreme, ¿no le doy lástima?
Yo era un pichón
emplumao en el cariño de mi mama
y ella me dio como si fuese un cuzco
por un puñao de letras a una máistra.
Mama, yo nunca viá aprender,
Pa' que entre un puntito en mi cabeza
tengo que echar un beso suyo mama.
Acarícieme un poco. Ella no afloja.
Ya le duelen las manos. Si lo agarra
esconde en un bolsón ese tesoro
y juye, pa' que el hijo críe alas.
Como juyó sobre un burrito blanco
con el Niño Jesús la Virgen Santa.
No lo toca, ahora el nene no es suyo;
es de los deberes y la máistra.
- No llore más, -lo reta- a ver
diga en hombre "hasta el domingo mama".
El niño con los puños en los ojos
intenta hablar, pero no puede, se áhuga.
La pobre monta en el lobuno viejo,
ha repechao unas cuarenta varas,
oye que su hijo llora todavía,
pero no dice "hasta el domingo mama".
¡Cómo lo deja así! Tiene siete años.
Y si el precisa luz, cómo lo apaga.
El nene lo comprende, se arrima a la tranquera
y asomao a los alambres de la jaula,
para hacerle creer que él ya no llora
le grita un largo "hasta el domingo mama".
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