HAY
UN NIÑO EN LA CALLE
De: Armando
Tejada Gomez
(Antología de Juan,
Editorial Testimonio, Mendoza, 1958)
A esta hora exactamente hay un niño
en la calle.
Le digo amor, me digo...
Recuerdo que andaba con las primeras
luces de mi sangre,
Vendiendo una oscura vergüenza:
la historia, el tiempo, diarios,
Porque es cuando recuerdo también
las presidencias, urgentes abogados,
politiqueros, asco.
Cuando subo a la vida juntando la inocencia,
Mi niñez triturada por escasos
centavos
Por la cantidad mínima de pagar
la estadía
Como un vagón de carga,
Y saber que a esta hora mi madre esta
esperando
Quiero decir la madre del niño
innumerable
Que sale y nos pregunta con su rostro
de madre
¿Que han hecho de la vida? ¿Dónde
pondré la sangre?
¿Qué haré con
mis semillas si hay un niño en la calle?
Es honra de los hombres proteger lo
que crece
Cuidar que no haya infancia dispersa
por las calles,
Evitar que naufrague su corazón
de barco
Su increíble aventura de pan
y chocolate.
Transitar sus países de bandidos
y tesoros
Poniéndole una estrella en el
sitio del hambre.
De otro modo es inútil ensayar
en la tierra la alegría y el canto,
De otro modo es absurdo
Porque de nada vale si hay un niño
en la calle.
Donde andarán los niños
que venían conmigo
Ganándose la vida por los cuatro
costados
Porque en este camino de lo hostil,
ferozmente
Cayo el Toto de frente con su poquita
sangre
Con su ropa de fe, su dolor a pedazos
Y ahora necesito saber cuales sonríen
Mi canción necesita saber si
se han salvado
Porque si no es inútil mi juventud
de música
Y ha de dolerme mucho la primavera
este año.
Importan dos maneras de concebir el
mundo.
Una salvarse solo. Arrojar ciegamente
los otros de la balsa
Y el otro es un destino de salvarse
con todos
Comprometer la vida hasta el último
naufrago
No dormir esta noche si hay un niño
en la calle.
Exactamente ahora si llueve en las
ciudades
si la niebla desciende como un sapo
del aire
Y el viento no es ninguna canción
en las ventanas,
No debe andar el mundo con el
amor descalzo
Enarbolando un diario como un ala en
la mano
Trepándose a los trenes canjeándonos
la risa
Golpeándonos el pecho con su
ala cansada.
No debe andar la vida recién
nacida a precio
La niñez arriesgada a una escasa
ganancia
Porque si no las manos son dos fardos
inútiles
Y el corazón apenas una mala
palabra.
Cuando uno anda por los pueblos del
país
O va en tren por su geografía
de silencio
La patria sale a mirar al hombre
Con los niños desnudos
Preguntándose que fecha corresponde
a su hambre
Que historia les concierne que lugar
en el mapa.
Porque uno Norte adentro y Sur adentro
Encuentra la espalda escandalosa de
las grandes ciudades
Nutriéndose de trigo, vides,
cañaverales
Donde el azúcar sube como un
junco del aire.
Uno encuentra a las gentes, los jornales
escasos
Una sorda tarea de madres
con horarios
Y padres silenciosos, molidos en la
fábrica.
Uno a veces andando de madrugada
La intemperie dormido con un niño
en los brazos
Y uno recuerda anécdotas: Señores
que en París han bebido
Por la antigua belleza de Dios sobre
la barca
En donde han sorprendido la soledad
de frente
Y la índole triste del hombre
solitario.
En tanto sus mujeres tienen angustias
Y cambian de amantes esta noche
Y de médico esta tarde porque
el tedio que llevan
No les cabe en el mundo.
Y ellos son accionistas de los niños
descalzos,
Ellos han olvidado que hay un niño
en la calle
Que hay multitud de niños que
viven en la calle.
Exactamente a esta hora hay un niño
creciendo.
Yo lo veo apretándose su corazón
pequeño
Mirándonos a todos con sus ojos
de fábula
Viene, sube hacia el hombre acumulando
cosas,
Un relámpago trunco le cruza
la mirada
Porque nadie protege esa vida que crece
Y el amor se ha perdido
Como un niño en la calle |