La duda
Autor: Julián Martín Castro
¿Cómo supe? Les diré:
vivía espiando una duda,
huella de una burla muda
que mucho tiempo rastrié;
duda que yo la campié
hasta que la descubrí;
y cuando la conocí
quería desconocerla,
negarla a gritos, no verla,
volverla a arrancar de mí.
Tenía duda de Almada
sin ver ni hallar otra prueba,
más que la sonrisa de Eva
y una profunda mirada;
no les oí decir nada,
pero el silencio habla igual:
él de mirada sensual,
ella, indecisa y sonriente,
plegaba distráidamente
los bordes del delantal.
Después de esa escena muda
que ví entre Almada y Eva,
nunca conseguí otra prueba
que superara a mi duda;
siempre la sospecha cruda
atormentaba mi ser,
y tentado por saber
un día le urdí una trama,
y le descubrí a mi dama
la ingratitud del querer.
Una vez maté un potrillo
y algo se cruzó en mi mente,
tenía con sangre caliente
hasta el mango mi cuchillo;
monté sobre el doradillo
y al galope me largué;
a la querencia llegué
con el cuchillo en la mano,
como ensayado de antemano
secretamente le hablé.
- "Tomá, límpiá mi cuchillo,
que recién en la bajada
pelié con mi amigo Almada
y como hombre lo maté;
panza arriba lo dejé
por indecente y zafao;
porque me dijo el malvao
que conmigo eras infiel,
que tu cariño era de él
y por tu honor lo he matao".
Tomó el cuchillo azorada,
y sobre la parte roja
cubrió de besos la hoja
diciendo desesperada:
- "Esta es la sangre de Almada
y Almada es mi único amor".
Yo, tragando el sinsabor,
y ella clamando a su amante,
compartí unos instantes
el más horrible dolor.
Le dije: - "Encontré quebrao
el potrillo de la overa,
y para que no sufriera
con éste lo he degollao.
Podés vivir sin cuidao,
que si hay una herida aquí,
es la que has abiero en mí
al saber que sos de Almada,
porque no hay peor puñalada
que la de perderte a tí".
Duda que vive escondida
es mejor no esclarecerla,
cuántas veces por saberla
se llora toda una vida;
siempre una duda sabida
nos abre una cicatriz;
una verdad en un tris
oscureció mi pasado,
pues mientras vivía engañado
yo era el hombre más feliz.
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