LA SERENATA DEL UNITARIO Vals Enrique Maciel Héctor Pedro Blomberg
Duerme la calle de Santa Clara, una ventana por fin de abrió y una voz ronca cantó a lo lejos “¡Viva la Santa Federación!”
Llegó una sombra junto a la reja, de una guitarra salió un cantar, ¡Ah!, cómo olían los jazmineros bajo la luna de la ciudad.
“Vengo esta noche, rosal porteño, porque no puedo vivir sin ti”, la voz del hombre cantó en la reja, de la ventana cayó un jazmín.
Vendré a buscarte cuando Lavalle tome su lanza para volver, vendré a buscarte cuando arrojemos de Buenos Aires a Juan Manuel.
Cómo he soñado con tus pupilas, cómo temblaba mi corazón, cuando en la noche de Sauce Grande besé tu cinta, prenda de amor.
Di que me esperas, que no me olvidas, téjeme un poncho blanco y azul, reza en la noche por tu unitario y enciende un cirio frente a la Cruz.
Tembló el galope de los caballos, las dulces notas de la canción, se oyó entre el ruido de los puñales “¡Viva el ilustre Restaurador!”
No quedó nadie junto a la reja, había sangre sobre el jazmín, tras la ventana vibró un sollozo “porque no puedo vivir sin ti”.
Duerme la calle de Santa Clara, en el silencio sólo se oyó una voz ronca que iba cantando “Víva la Santa Federación”.
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