LA VUELTA DEL MONTONERO o GLORIA A ENTRE RÍOS Milonga
Letra de Claudio Martínez Paiva Música de Antonio Benítez
Güenas noches. Pedro Argüello, un escapao… no sé cómo qu’estando cuasi de lomo no lo han pasao a degüello; de un galope sin resuello me trujo mi doradillo, soy soldao de mi caudillo y a fe de güén entrerriano, pa’ los amigos la mano, pa’ los otros... el cuchillo.
Si hay gente de otro partido artiguistas o porteños que quieran hacerse dueños d’este suelo en qu’he nacido, Como de encargo he venido pa’ que dentren a servirse: campo tendrán pa’ lucirse ande empiece la junción y si tienen corazón no se irán sin divertirse.
Si he cáido al ruedo, cavilo, no será pa’ que me asusten, he traído pa’ los que gusten ricién asentao el filo. Una luz de rejucilo me alumbra el paso apurao y aunque ando juído y cortao y desconozco la cancha, el que quiera hacer pat’ ancha que se ponga pa’ un costao.
No crean que los provoca un zafao de nacimiento, ande más peligro siento menos me gasto de boca. Naide sabe a quién le toca si hay “quintada” ser el quinto, soy pintor y cuando pinto, pinto flor en pinta brava: ¡El que me pise la taba tendrá que tantearse el cinto! Dejuro no es de Entre Ríos el que suponga que abuso, Dios o Mandiga me puso como un tapial pa’ los míos. Ranchos y campos vacíos han sublevao mi dolor, ande encuentre un invasor ahí comienza mi venganza: con uno que háiga me alcanza, pero sin son más... mejor.
Ansí soy y pa’ esto llego, si rodiao y presidiario me le hice humo al adversario como una rama en el “juego”. Que se confíen les ruego en mi ley de rumbiador, juro qu’en el caso pior lanza en mano y Dios mediante, el que no salga triunfante podrá morir con honor.
No han de blanquearme las canas sin que a esos contrarios vea, cuando el jefe los arrea aomo a güeyes, con picanas. Ya me güelve gusto a ganas de otro Cepeda, cualquiera; pa’ que sientan, lo quisiera and’entren a dispersarse, la vergüenza de Balcarce juyendo en la polvadera.
Sepan que ha llegado el caso de juntarnos pa’ ese encuentro ahura el contrario est’adentro y habrá que sacarlo a lazo: Pa’ eso pide nuestro brazo la tierra que nos acuna. Entre Ríos no hay más que una y aunqu’ella no es la nación mientras no haiga leal unión ella es la patria, o denguna.
Firme el Suremo Entrerriano ya se’ajustao las lloronas y le ha puesto las caronas a su overo porcelano. Un malambo mano a mano V’a brindarle a Mascarilla, después que no háiga cuchilla ande quede un mal venido, pa’ festejar los convido ese triunfo, en la otra orilla.
Se le’acabao la paciencia al que con tropa a caballo llegó a la Plaza de Mayo vencedor, pero a conciencia. Su generosa prudencia rispetó pueblo y cuarteles y pa’ ejemplo de sus fieles noble, honrao y justiciero pensó en la patria, primero, que en agravios y laureles.
Ni el pan qu’entonces comimos jué a cuenta de la victoria; pagamos con sangre… y gloria, el gasto que les hicimos. La libertá que les dimos sirvió pa’ que al día siguiente proclamando falsamente sus embrollos de escribanos nos palmiaran como hermanos pa’ engañarnos nuevamente.
Esta es la esperencia triste que dende Pilar sacamnos, por eso al servicio estamos del hombre que los resiste. Pa’ vestirse ella, desviste Güenos Saire a los dimás, su gobierno lenguaraz nada ofrece y tuito pide y al pobre que se descuide le hund’el fierro por atrás.
Y es puro humillarse al cuete dir sacándose el sombrero, será una mano de acero la que le baje el copete. Tenaza que cuando apriete no le afloje ni con rezo, guerra que l’entre hasta el güeso pa’ que sepa de una vez que ha risuelto hacerse juez cansao de abusos, el preso.
Si llega a salirnos güena la torta que el jefe amasa dispues de limpiar la casa vamos a barrer l’ajena. Esto lo digo con pena pero en familia nutrida juerza es pa’ tenerla unida que alguien maneje el cencerro, y reparta a cara ‘e perro deber, trabajo y comida.
No saben mis pocas luces si dejaremos en esta de andar con la pal’a acuesta sembrando el suelo de cruces. Semos medios avestruces los gauchos, pa’ compriender, mas he comenzao a crer que si tanto padecemos es porque al final tenemos algo muy grande que hacer.
En nuestro más pobre rancho ande la raza se cría tal vez empolle algún día güevos de águila el carancho. La huella que abre Don Pancho tiene albores de destino y ese ha de ser el camino que un entrerriano, siñuelo, le señale, rumbo al cielo a tuito el pueblo argentino.
El que a lonja nos tratara igual tratamiento espere, Pancho Ramírez lo quiere y lo afirma mi tacuara. Quien tenga sangre en la cara sabrá qué cosas lo obligan, es la ocasión pa’ que digan lo que son y lo que pueden: a los maulas que se queden y los demás que me sigan.
No es pa’ cantar la milonga que los convido a ésta fiesta en las patriadas como ésta el baile es de meta y ponga. Si la bala no se tonga quiebra el valiente sus bríos, naides sienta escalofríos cuando chiye la coruja, frente al clarín que rempuja gritemos: “¡Viva Entre Ríos!”.
Este
poema está en el libro “Lluvia de cardos” de Claudio Martínez Paiva.
Antonio Benítez, integrante del legendario dúo “Benítez-Pacheco” le
puso música y lo cantaba cuando dejó el dúo. Las dos últimas
décimas que incluyo en la antología no están en el libro “Lluvia de
cardos”. La cantaba António Benítez y presumo, por la línea poética,
que las dos últimas décimas fueron un agregado que le hiciera el propio
Martínez Paiva. Las décimas que están sobre el margen izquierdo son
las que cantaba Antonio Benítez. Las otras figuran en “Lluvia de
cardos”.
Tonito Rodriguez Villar.
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