PALABRAS AL HIJO
AL NACER
De: José
Pedroni
Hijo mío que estás en
su seno dormido lo mesmo que en un nido
antes que el beso fuerte del sol te
sobrecoja,
y el aire te despierte,
antes que mi alegría venga a
mirarte, loca,
y el pelo de la madre se desnude en
tu boca
y tu mirada sin comprender, se abra,
antes que te acunemos,
escucha mis palabras.
Hijo mío, se bueno desde el principio
y manso,
así como tu madre, que es el
agua en descanso.
En tus labios sin mancha,
todavía imprecisa para bien
de mis años,
traeme su sonrisa
y en tu voz, derramado,
el santo desvelo de su rostro ovalado.
Hijo mío, te quiero de corazón
sencillo
tal como el pobrecillo.
No exhumes en tu pecho mi corazón
de antaño
retorcido y huraño,
que ante el misterio eterno de todo
lo que existe
es malo ser indócil
y es pecado ser triste.
Hijo mío, en la tierra que es
prieta y polvorosa
aquí y allá, tus ojos
hallarán una cosa que por clara y humilde
será tu preferida
y con cuya pureza llevarás en
la vida,
si varón tu pechera, y si mujer
tu enagua;
estas cosas es el agua.
Hermanos de la misma son la sombra
y el viento, y la arena, y el fuego
y el humo ceniciento.
Cinco hermanos amigos del bien
para los cuales harás de tu
alabanza cinco partes iguales.
Más si a elegir te dieran entre
los cinco hermanos,
quédate con la arena que es
suave entre las manos,
quédate con la sombra porque
a todos humilla,
quédate con el humo, sólo
por que no brilla.
Hijo mío, no digas "abominad",
ni digas "obedeced",
no agarres, no niegues, no maldigas,
discurre, anima y observa.
Siempre con la dulzura del agua entre
la hierva
y sin seguir a Kempis, ni aprobar a
Tomás
trata de ser sencillo,
sencillo y nada más. |