Payaso

Autor: Luis Landriscina

Por agredirme dijeron,
que parecía un payaso...
Y tuve pena de aquél
que queriéndome ofender,
me estaba haciendo un halago.

¿Sabrán todos los mortales
la grandeza de un payaso?
¿Podrán entender algunos,
que siendo parte del mundo
que vive exhibiéndose,
el tenga el rostro pintado?

¿Podrá valorar la gente,
que por buscar la sonrisa
su oficio siempre le obligue
a ser él abofeteado?

Porque yo sé que ese rostro
de color exagerado
está escondiendo otro rostro
donde habita la ternura
del que esta acunando a un niño
o esta abrazando a un hermano.

Y sin embargo la gente
si se propone ofender
suele decir a menudo
"no te pongas en payaso".

¿Se han puesto a pensar algunos,
que cuando sale a la arena
haciendo mil morisquetas
por intentar carcajadas,
él quizás esté llorando?

¿Qué detrás del cascaron
con que se viste su oficio
se gesta de a trancos largos
la vida de un ser humano?

Por todos los que no entienden
el amor que regalás
en cada función, hermano,
te pido perdón, payaso,
y quiero que le permitas al niño
lleno de asombro que fui
en el cuarenta y tantos
decirte gracias por todo
con una flor y un abrazo,
y confesarte también
que te envidio la humildad
de que aceptes resignado
que la gloria que tú ganas
se deposite en la cuenta
de un rostro siempre tapado,
porque no sé si sabrás
que a mí me faltó grandeza
para intentar tu aventura
de ser un desconocido.

Tal vez me faltó talento
o me sobró vanidad,
no se lo que me pasó,
pero en la flor que hoy te alcanzo
hay una esquela invisible
con un secreto guardado,
y es un sueño de aquel niño
que fui en el cuarenta y tantos
y ese sueño que no ha muerto,
y me acompaña cansado,
lo revelo en tu homenaje:
yo... quería ser payaso.

 

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