PIDO PERDON A MI DIOS - Canción 

Letra: "El Martín Fierro" Poema de José Hernandez 
Primera Parte- Capítulo XIII -Versos 368-369-370-371-372-373-376-377-385-391-392-393-395

Músicalizado por: Cuti y Roberto Carabajal

Pido perdón a mi Dios 
que tantos bienes me hizo, 
pero dende que es preciso 
que viva entre los infieles, 
yo seré cruel con los crueles: 
ansí mi suerte lo quiso. 

Dios formó lindas las flores, 
delicadas como son; 
le dio toda perfeción 
y cuanto él era capaz, 
pero al hombre le dio más 
cuando le dio el corazón. 

Le dio claridá a la luz, 
juerza en su carrera al viento, 
le dio vida y movimiento 
dende la águila al gusano; 
pero más le dio al cristiano 
al darle el entendimiento. 

Y aunque a las aves les dio, 
con otras cosas que inoro, 
esos piquitos como oro 
y un plumaje como tabla 
le dio al hombre más tesoro 
al darle una lengua que habla

Y dende que dio a las fieras 
esa juria tan inmensa, 
que no hay poder que las venza 
ni nada que las asombre, 
¿qué menos le daría al hombre 
que el valor pa su defensa? 

Pero tantos bienes juntos 
al darle, malicio yo 
que en sus adentros pensó 
que el hombre los precisaba 
que los bienes igualaba 
con las penas que le dio

En la cruzada hay peligros, 
pero ni aun esto me aterra: 
yo ruedo sobre la tierra 
arrastrao por mi destino; 
y si erramos el camino– 
no es el primero que lo erra

Si hemos de salvar o no, 
de esto naides nos responde; 
derecho ande el sol se esconde 
tierra adentro hay que tirar; 
algún día hemos de llegar– 
después sabremos a dónde

Y ya que a juerza de golpes 
la suerte nos dejó aflús 
puede que allá veamos luz 
y se acaben nuestras penas: 
todas las tierras son güenas; 
vamonós, amigo Cruz. 

Cruz y Fierro de una estancia 
una tropilla se arriaron; 
por delante se la echaron 
como criollos entendidos, 
y pronto sin ser sentidos 
por la frontera cruzaron. 

Y cuando la habían pasao, 
una madrugada clara 
le dijo Cruz que mirara 
las últimas poblaciones, 
y a Fierro dos lagrimones 
le rodaron por la cara. 

Y siguiendo el fiel del rumbo 
se entraron en el desierto, 
no sé si los habrán muerto 
en alguna correría, 
pero espero que algún día 
sabré de ellos algo cierto. 

Pero ponga su esperanza 
en el Dios que lo formó; 
y aquí me despido yo 
que he relatao a mi modo 
MALES QUE CONOCEN TODOS, 
PERO QUE NAIDES CONTÓ.

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