POR ESO...
De: Miguel A.
Camino
Un cementerio
de pueblo
perdido en un
pedregal,
“con unas poquitas
cruces
y unas matas
de radal”.
Va obscureciendo.
Un paisano,
ante la tumba
olvidada
del hijo, viene
a rezar.
Se santigua por
dos veces,
y, luego, así
le hablará:
Buás tardes
m´hijo...aquí estoy.....
aquí tenís
a tu padre
rendido de galopiar
por venir a visitarte.
Me han dicho
que estás aquí
sepultao, en
sitio aparte
pa que no se
te confunda
con los otros,
pues la tarde
que tan fiero
te ultimaron
a traición
esos cobardes,
dijeron que,
por l´utosia,
aquí debían
dejarte.
¡Y no han
puesto ni una cruz!
¡Ni tan
siquiera una rama
pa que así,
de vez en cuando,
un Padre Nuestro
te caiga
de los tantos
que aquí rezan
pa que se alivien
las almas!
¡Bendito
sea Dios! ¡El yuyo,
como te ha crecido
encima!
¡Mirá
si tu pobre madre
supiera que estás
ansina;
ella que tanto
rogó
a los santos,
por tu vida!
¡Pobre vieja...!
Aquí tenés
esta corona de
flores
de trapo de toda
laya
y de tuitos los
colores
que te manda,
porque el campo
está quemao
por los soles,
y no ha hallao
ni una florcita
que en nombre
d´ella te llore.
Esta rosa es del
primer
vestidito que
te hicieron;
ésta,
qu´es de seda azul,
la sacó
de aquel pañuelo
que se compró
cuando anduvo
por los boliches
del pueblo;
esta, verde,
es de la bata
que usó
pa su casamiento;
y esta otra...creo
que de algo...
de algo que ya
no me acuerdo.
¡ Pobre
m´hijo! ¡Si supieras
cuanto ha llorado
por eso,
y las veces que
me dijo:
andá,
Jacinto, andá velo,
porque debe estar
solito
como un guachito.
¡Andá velo!
Y aquí
me tenís...llorando
de estar con
vos, y tan lejos
de la viejita,
¡la pobre!
Y lo que pior,
muy enfermo,
tanto, que
muy fácil es
que me muera
como un perro,
solito, mi alma
en el campo,
afligido y sin
consuelo.
Pero, ¡
que caray! Si estoy
hablándote
de mí mesmo
y me voy hasta
olvidando
que no he venido
pa´eso.
Güeno, m´hijo...agárrese
muy juerte pa´no
caerse,
pues voy a contarle
todo
lo que en su
rancho sucede:
Te diré
que el mesmo día
que a tu mujer,
le dijeron
que, por qué
sé yo qué cosas
en el pueblo
te habían muerto,
se puso al tiro,
a reyir
y a decir que
eso era cuento,
porque a hombres
como vos
no los quiere
ni el infierno.
Poquitos días
dispués
se ayuntó
con Ño Ruperto,
el patrón
de esos canallas
que te quitaron
del medio;
y pude al fin
comprender
el por qué
eso te hicieron.
¡Pobre m´hijo!...Por
estorbo;
porque llorabas
por dentro;
por no querer
ver las cosas;
por ser demasiado
güeno,
güenaso
hasta hacer reyir
a los mesmisimos
perros.
Yo desde enantes
sabía
cómo se
entendían esos...
pero nunca te
lo dije
porque siempre
tuve miedo
de hacerte, al
cuete, sufrir
y me dijeras:
¡No es cierto!
¿Porque
vos la querías mucho
a esa mujer,
no es eso?
¿Pero qué...estás
llorando
por lo que te
estoy diciendo...?
Güeno m´hijo..está
muy bien,
Me callaré
si lo ofiendo;
no le diré
nada más;
ya puede seguir
durmiendo:
Pero yo ya lo
hei vengao
y vengadaso,
por cierto.
¿Quiere
que le diga, m´hijo,
lo que por usté
hei hecho?
Anoche me los
pillé
pegaditos como
un beso,
y ahí
nomás me los cosí
a puñaladas...
¡por puercos!
..................................................
No he sabido perdonar,
pero se las di
en el pecho
y no en el medio´e
la espalda
como a usté
le dieron ellos.
Dispués
... los dejé orejanos
pa que aprendieran,
¡Canejo!
Porque si a usté
lo mataron,
tan sin asco,
jué...por eso;
porque usté
les estorbaba,
por eso, m´hijo,
por eso.
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