Comentario de Cucho Marquez:
Una tradición quechua
muy arraigada era el sirviñaco, tambien llamado tanta qhatu o unión
de hecho, como siglos después diríamos los occidentales.
La china (muchacha) y el huayna (joven) se juntaban para vivir en común.
Si la cosa funcionaba y había buen entendimiento, se procedía
posteriormente al matrimonio o ceremonia solemne. La cosa es que llegó
el clero católico con los conquistadores ibéricos y, con
tanto celo como poco tacto, intentaron cargarse esta costumbre a
la que llamaban concubinato. El caso es que la institución del sirviñaco
no era ninguna tontería y garantizaba la estabilidad matrimonial
entre la población campesina. Ahora bien, junte Vd.
a Eduardo Falú con Jaime Dávalos y tendrá asegurada,
no la discusión teológica, pero sí la picardía
y el buen humor.
Letra: Jaime
Dávalos
Yo te’i dicho: nos casimos;
sirviñaco: (quechua) institución prenupcial por la que el novio y la novia ensayan vida marital te’i: te he nos casimos: casémonos vos: (arg) tú probimos: probemos tata: (quechua) padre p’a: (contrac) para l’alzada: la cosecha ‘e: (contrac) de Sumalao: localidad salteña famosa por sus ferias y fiestas patronales amañao: entre los indios, estar amancebado o llevando vida marital, sin estar casado changuito: muchachito querís: (arg) quieres silbame:
(arg) sílbame
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