Antiguamente el culero era un rectángulo de cuero fuerte, curtido generalmente de carpincho o ciervo, sin pelo, que, sujeto a la cintura con un cierre de botones, como el propio tirador, o con hebillas, y que, también a veces se doblaba en su parte superior, formando bolsillo, como la guayaca, con fleco cortado en el propio cuero en todo el restante perímetro, o cortado en ondas, que cubría los glúteos y muslos, hasta la mitad de éstos. Servía, principalmente, para aguantar el roce del lazo y para proteger el asiento en la jineteada en pelo.
Con el tiempo el culero se fue convirtiendo en un medio delantal de cuero, que llega casi hasta el tobillo y se usa volcado sobre la pierna izquierda para evitar la quemada del lazo o ensuciarse al trabajar con novillos. El culero en algunas zonas es llamado también "tirador".